Dirección creativa

Dirección creativa

La dirección creativa consiste en crear proyectos y hacerlos realidad, encontrando soluciones en todas las fases del proceso que compone un proyecto creativo.

Cada estudio de diseño o cada diseñador gráfico tiene su propia manera de hacer su trabajo. Cuando empecé a dedicarme a esto del diseño no tenía muy claro cual sería mi especialidad, a mi siempre me había gustado que las cosas guardasen un orden, fuesen bonitas y tuvieran algún sentido, tal vez he estado aplicando sin saberlo estos tres conceptos al diseño desde entonces.

Fotografía Rodrigo Zavala.

librosformacion

En su día existían agencias de publicidad donde aprendías a maquetar anuncios pero nadie me había enseñado cómo maquetar libros de formación, de modo que empecé a aplicar lo que aprendí de maquetación en la agencia de comunicación y añadí de mi cosecha mis tres conceptos de diseño, aquello de poner orden en los textos y ordenarlos para que se comprendiera bien el mensaje, incluí el hecho de dejar las cosas bonitas y fui insertando elementos que ayudasen a asimilar el mensaje, las fotografías e ilustraciones o los iconos que añadía al comienzo de los temarios ayudaban a que todo quedase más agradable y sencillo. Al proyecto le sumaba el sentido que le daba a las portadas para que hubiese una temática en común, un eje de comunicación, que sirviese de hilo conductor para ser comprendido en su conjunto y de esa manera lograba crear proyectos que se salían de lo común. Logré realizar bastantes colecciones de libros de formación corporativa que cumplían con los tres factores y resultaban claros, bonitos e identificables.

Estaba convirtiéndome en directora crativa sobre la marcha y sin saberlo. Empecé a elaborar proyectos en los que tenía que calcular como iba a desarrollar un proyecto gráfico completo, empezaba por localizar fotógrafos para hacer las sesiones que el proyecto requería, tenía que encontrar ilustradores en la línea que buscaba para definir las portadas de los capítulos y facilitar la asimilación del mensaje. Para la producción había que encontrar proveedores especializados en papeles creativos como Fedrogoni o Conqueror, hoy Antalis, y definir el tipo de papel y gramaje que mejor se ajustase al proyecto.

Había que planificar bien los tamaños para no perder mucho papel en el proceso y calcular el tamaño de las resmas, para decidir cuál resultaba mejor para cada proyecto. Había que entrevistarse con varias imprentas y valorar con ellos la viabilidad del proyecto y saber si ellos tenían la posibilidad de realizar el proyecto, e invertir tiempo en organizar todos los pormenores; el número de páginas, valorar la cantidad de portadillas o separadores y los troqueles de las solapas, ver los materiales de las portadas o carátulas. Todo esto era imprescindible para conocer el presupuesto que tendría el proyecto y determinar su encuadernado, unas veces quedaban perfectos con encuardernado caballete y otras veces era mejor encuardernación en carpetas de anillas. Había un sin fin de posibilidades y había que encontrar proveedores para ejecutar cada parte del proyecto y no había sin referentes anteriores puesto que nadie había realizado antes nada parecido y siempre eran diseños innovadores y a medida.

De la portada del libro nacía lo que sería el núcleo o eje de campaña, de ese diseño salían todas las adaptaciones que se aplicarían a los anuncios de los distintos periódicos y revistas que habían. Los carteles, las banderolas, los muppis (Mobilier Urbain Pour l’información), y todo tipo de soportes de publicidad exterior para dar a conocer el producto.

Hoy en día hay muchos más formatos y con el tiempo los directores creativos que entonces comenzábamos, nos hemos ido adaptando y hemos ido aplicando nuestros conocimientos a las nuevas tecnologías y a las distintas formas de anunciarse que hay en los nuevos medios de comunicación y las redes sociales. Había que adaptarse al medio o morir.