La marca Inmanente ha sido diseñada con una profunda carga simbólica, reflejando la esencia espiritual de Carlos Martín. El logotipo, inspirado en los ojos de una lechuza, simboliza la capacidad de ver más allá de lo evidente, una habilidad esencial en la práctica de la hipnosis regresiva. La lechuza, con su visión aguda y su asociación espiritual, representa la capacidad de desentrañar lo oculto y llevar lo que está en la sombra hacia la luz.
El diseño también incorpora dos ochos infinitos, entrelazados como los ojos de la lechuza, que no solo evocan protección en los planos físicos y etéricos, sino que también representan la continuidad del tiempo —el pasado, presente y futuro en constante evolución. Este símbolo, cuando es trazado con intención en el aire, es utilizado para dispersar energías negativas y fortalecer el campo energético del cuerpo, alma y espíritu. Cada elemento del símbolo ha sido cuidadosamente elegido para reflejar la sabiduría espiritual y el poder de transformación que Carlos aporta a través de su trabajo.
El 8 símbolo de protección
El símbolo del ocho infinito juega un papel crucial en el sistema de protección que caracteriza al proyecto «Inmanente». Este ocho, una figura sin principio ni fin, simboliza la eterna continuidad de la energía y su capacidad para proteger y equilibrar tanto el cuerpo físico como el etérico.
Protección en Lo Físico
En su posición tradicional, el ocho infinito crea un escudo energético alrededor del cuerpo físico. Este símbolo actúa como un canal de flujo constante de energía protectora, cubriendo el cuerpo de manera ininterrumpida. Al formar una barrera entre el individuo y las influencias externas, el ocho infinito refuerza el campo energético personal, asegurando que las energías negativas no penetren en el plano físico. La inmanencia del ocho simboliza esta conexión continua y activa con las fuerzas protectoras que resguardan al ser humano en su plano más tangible y material.
Protección en Lo Etérico
Cuando el ocho infinito se presenta invertido, cambia su enfoque hacia el campo etérico —la energía sutil que rodea al cuerpo físico. En este nivel, el ocho infinito actúa como un portal entre dimensiones, creando un puente entre lo terrenal y lo espiritual. Esta «inmanecia» del símbolo en lo etérico permite una mayor sensibilidad a las energías del entorno, funcionando como una defensa contra influencias invisibles o energías desequilibradas que puedan afectar el bienestar emocional o espiritual. Al rotar el símbolo, Carlos Martín aprovecha su poder para armonizar las energías etéricas y fortalecer las defensas en planos más sutiles y menos perceptibles.
